Una persona introvertida tiende a la interiorización, es más tranquila, escucha mejor, más discreta en sus relaciones sociales, menos expresiva, más reservada. Esta tendencia a la introversión no suele cambiar, pero la mayoría de las personas aprenden a combinar el ser competente socialmente y el mantener un refugio personal.
La timidez es algo añadido a la introversión, la persona vive con miedo a la opinión de los demás, se siente insegura cuando habla en público porque su voz interior prejuzga duramente que se va a equivocar. La persona tímida puede sentir vergüenza porque anticipa el error y no se lo consiente. Y, además, su propio pensamiento lo proyecta en los demás, “va a pensar de mí”. Ese juzgarse puede llevar a tener sentimiento de culpa por haber cometido un error y a evitar situaciones sociales para escaparse de los sentimientos desencadenantes.
Es importante tratar la timidez cuando hace daño a la persona. Detrás de la timidez suele haber inseguridad y falta de autoestima La persona tímida debe aprender a conocerse y a quererse más, a cambiar la voz interna que le avergüenza, a perder el miedo al error, a tener un comportamiento asertivo y a desarrollar habilidades sociales.
Carmen Castello
Orientadora y Pedagoga.
Directora de ELEA.
Publicado en la Revista Zitus