Si tu hijo es inteligente y aprende con facilidad lo que se le explica oralmente, pero le cuesta leer y/o escribir, manejar los datos de la información escrita y organizarse, puede ser que tenga dislexia.
La persona disléxica tiene un estilo de aprendizaje característico, que le acompañará toda su vida, con ciertas variables en las que sobresale, y otras, en las que tiene importantes dificultades. Debe aprender estrategias para que esas debilidades no impidan el desarrollo de sus fortalezas.
La Dislexia se manifiesta fundamentalmente cuando se inicia el aprendizaje de la lectoescritura, por lo que a los 5 ó 6 años se pueden detectar los primeros signos, aunque se recomienda no formalizar el diagnóstico hasta los 7 u 8 años.
Padres y profesores deben identificar al niño disléxico lo antes posible. Entender sus dificultades y conocer sus necesidades, tanto de aprendizaje como psicológicas, facilitará esa autoestima positiva que le ponga en situación de progresar. Es preciso comenzar con prontitud la intervención psicopedagógica precisa que facilite una buena evolución y trayectoria escolar.
Los pronósticos de diferentes niños disléxicos pueden ser diversos, siendo un factor determinante la detección e intervención temprana.
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