El TDAH afecta a niños, adolescentes y, en ocasiones, llega hasta la edad adulta. Se inicia desde el nacimiento y parece ser que hay un componente genético. A nivel general su dificultad radica en la atención, la impulsividad o la hiperactividad y genera problemas en la autorregulación cognitiva, conductual y emocional.
Tiene su origen en una disfunción neurobiológica de los patrones neuroquímicos y neuroanatómicos del área frontal.
Las manifestaciones pueden variar según la tipología, las características personales del sujeto, la intervención temprana o ausencia de ésta, mostrándose a distintos niveles de intensidad. Como consecuencia pueden aparecer problemas asociados que aumentan con la edad cuando no ha habido intervención temprana y que afectan al aprendizaje, el rendimiento escolar y laboral, la comunicación, y las relaciones personales. Genera desmotivación, frustración, baja autoestima, ansiedad, estrés o problemas de conducta.