Frecuentemente en la consulta escuchamos casos como éste:
“Mi hijo tiene 8 años y sigue haciéndose pis por la noche. He probado todo pero no consigue controlarlo. ¿Es normal?, ¿cómo puede dejar de hacerse pis?”
Estamos hablando de un niño que tiene enuresis, pero ¿qué es la enuresis?
La enuresis es la falta de control voluntario de la orina durante el día en niños mayores de 2 años y medio o durante la noche en niños mayores de 4 años. No todos los niños controlan al mismo tiempo, dicho control depende, en gran parte, del desarrollo y maduración del Sistema Nervioso Central y, por lo general, el control completo de esfínteres se logra entorno a los 3 – 4 años.
Existen varios tipos de enuresis: la primaria, es decir, cuando el niño nunca ha logrado controlar el pis; y, la secundaria, cuando el niño ha llegado a controlarlo durante un período de tiempo superior a 6 meses, pero vuelve de nuevo a hacerse pis. Del mismo modo, la enuresis puede ser diurna, nocturna o mixta, en función de si la emisión no voluntaria es por el día, por la noche o ambas. También podríamos hablar de enuresis regular, cuando afecta de manera diaria, o esporádica, cuando no se da todos los días.
¿Cuál es la causa de la enuresis? Pueden desencadenar este trastorno una serie de factores como son: los genéticos (en un amplio porcentaje los padres han tenido enuresis), los orgánicos (un 5% de los niños con enuresis tiene problemas con el sistema urinario), en algunos casos hay un retraso en la maduración neurofisiológica de control del sistema nervioso central, el sueño profundo puede ser otra causa, pero los factores más comunes son los psicológicos y/o emocionales, etc.
Aunque estos niños suelen acabar controlando su enuresis con el paso del tiempo, es importante consultar con prontitud a un especialista para intervenir y que no se convierta en un problema que perjudique la autoestima del niño.
El primer paso sería descartar cualquier causa orgánica y, por tanto, es importante acudir al pediatra para que lo valore: Si la raíz no es orgánica será el psicólogo el que debe realizar el plan de intervención siempre en colaboración con los padres.
Por norma general, la enuresis se cura de manera espontánea en la mayoría de los niños, pero existen varias alternativas de tratamiento para acelerar el proceso de curación. Una de estas alternativas es el tratamiento farmacológico, pero no suele ser aconsejable por sus efectos secundarios y porque existe la posibilidad de padecer recaídas en el momento de retirarlo. Otra posibilidad es el tratamiento conductual que junto con el sistema de alarma, son los más efectivos. El primero se trata de hacer una serie de ejercicios, como un régimen de líquidos, fortalecer la vejiga, hacer registros de la capacidad de aguante, hacer un calendario de noches mojadas y noches secas… y, de este modo, involucrar al niño en el proceso de curación donde él es el responsable, y no los padres, de llevar a cabo dicho proceso. Por ello, se recomienda que a partir de los seis años es el mejor momento para comenzar el tratamiento, a esta edad los niños son conscientes de su problema y ellos mismos quieren solucionarlo. Así mismo, dicho tratamiento lo deberá llevar a cabo un especialista, controlando el proceso con citas periódicas para valorar los progresos y premiar las noches secas, incentivando la motivación del niño ya que es la esencia de todo tratamiento.
En segundo lugar, el tratamiento con sistema de alarma, mencionado anteriormente, también llamado pipí-stop se utiliza en la enuresis nocturna y funciona aproximadamente en el 70% de los casos. Se basa en la asociación entra la distensión de la vejiga y el sonido que emite la alarma, condicionando el despertar del niño y la capacidad para no orinarse, inhibiendo esta acción. Conviene resaltar, que dichos tratamientos llevan su tiempo, pudiendo ser semanas o incluso meses, por lo que se pide paciencia por parte de los involucrados en dicho proceso.
Por último, es importante no hacer de la enuresis un gran asunto familiar por la vergüenza que le genera al niño el hecho de hacerse pis de manera no voluntaria. Se aconseja mostrar una actitud positiva y no castigar al niño por esto, ya que le puede provocar problemas emocionales. Hay que motivarle a que permanezca seco y reforzar su esfuerzo para que se responsabilice y tenga ganas de cambiar dicha situación.
María García Encinas
Psicóloga